jueves, 12 de diciembre de 2013

Sin palabras


¿Qué tienen en común Rabindranath Tagore, Santiago Rusiñol, Amado Nervo, Víctor Jara, Don Quijote, Jorge Manrique, Carlos Cano, los guerreros apaches antes de la batalla, Pablo Ruiz Picasso, Sigmund Freud, Juan Ramón Jiménez y Wolgang Amadeus Mozart, entre otros muchos?

Todos ellos han cantado a la vida desde la perspectiva de la muerte; de la muerte propia o ajena.

Marcos Gómez Sancho lo sabe, y desde ese conocimiento, con la autoridad moral de quien habla desde la reflexión sosegada con base en una experiencia de décadas, hilvana un discurso precioso que te lleva, con el vello de punta, a la evidencia lúcida de cuál puede ser (debe ser) la conducta del médico ante el acontecimiento (por definición, tarde o temprano inevitable) de la muerte del paciente: comportarse como garante del derecho irrenunciable a la que él llama la muerte en paz, la muerte consciente en la serena nostalgia de lo que dejamos.

La muerte en paz: una expresión que él propone con argumentos tan coherentes que a partir de hoy habrá sido adoptada por las escasas decenas de personas que hemos tenido la suerte de escuchar su discurso en el I Foro Líder.

Un discurso sobrecogedor que inevitablemente nos ha recordado nuestra propia mortalidad, la de nuestros seres queridos (muy especialmente la de quienes ya no están con nosotros, muy especialmente la de aquéllos a quienes hemos visto morir) y la de nuestros pacientes.

Y que, gozosamente, nos ha recordado, también, por qué la nuestra es la profesión más hermosa del mundo.

Muchas gracias, Maestro.

Y muchas gracias, también, a todos los que lo habéis hecho posible.


                                                 "Ciencia y caridad" (1897), Pablo Ruiz Picasso


"Porque una Medicina sin ciencia es un fraude,
pero una Medicina sin caridad es inhumana" 
M. Gómez Sancho